FLASH VS. REVERSE FLASH.

Los días tranquilos para Derrick Hildegard parecían haber llegado a su fin, tal era así que desde hacía semanas su único fin era encontrar al velocista de traje amarillo.

A sus oídos habían llegado todo tipo de habladurías, la prensa estaba empecinada en que Flash había cambiado de traje, que ahora se había vuelto malvado y que todo lo que tenía que ver con el resto de metahumanos tenía que ver con él. Todo ello, juntado a los problemas personales que tuvo a lo largo del verano, habían hecho que Derrick, o más bien Flash, tuviera que desaparecer durante un tiempo. A penas fueron unas semanas las que tardó en recomponerse y no podía haberlo hecho sin la ayuda de Chuck —o Vibe—, alguien que se había convertido en alguien fundamental para él y para el Equipo Flash.

Ese día, quería poner fin a todo lo que tuviera que ver con él y también conocer quién se escondía debajo de la máscara amarilla, conocer quién era ese velocista al que Chuck —experto en ponerle nombres de superhéroes— le había apodado "Reverse Flash".

— Chuck, voy de camino al laboratorio. ¿Algo que decirme?
— Hey, tío. No, tranquilo. Todo está bien en teoría.
— Vale, no tardo mucho.

La conexión telefónica con su amigo llegó a su fin en el momento en el que él hizo uso de su speed force para llegar hasta allí, sin embargo, lo que se encontró al llegar no fue a otro que al tipo que tanto odiaba y al que quería hacer desaparecer o —en su caso— mandarlo a una de las prisiones contra metahumanos más famosas que conocía: Iron Heights.

— Suéltalo. No quieres a él, me quieres a mí.
— Señor Hildegard, le consume por dentro no saber quién soy, pero por fin me presentaré. Mi nombre es Eobard Thawne y necesito que muera para poder vivir.

Su cuerpo se congeló durante unos instantes en cuanto pronunció eso de necesito que muera para poder vivir. Se repetían una y otra vez en la mente de Rick, peor no terminaba de fiarse de nada de lo que pudiera venir de aquel tipo.

— Sé que su familia no es la que dice ser, y sé quién es su madre y por qué su madre está muerta... Sé hasta quién la mató.

Uno de los mayores secretos de Derrick estaba en posesión de un hombre que parecía hacerle la vida imposible. No esperaba que él tuviera esa información, pero ahí ya no pudo controlarse y terminó avalanzándose contra aquel tipo que pronto se zafó de él. La ira y la rabia empezaba a hacer mella en el velocista escarlata, que se quedó mirándolo unos segundos. Necesitaba saber aquello.

— Dilo. Di quién mató a mi madre. ¡DILO!
— Una carrera. Si me gana, le daré toda la información, si pierde, le dejaré sin corazón. Ese es mi trato.
— Acepto.
— RICK, NO. — exclamó Chuck desde el suelo.
— A las nueve en la puerta del ayuntamiento. Allí sentaremos las bases de todo.

Tras decir aquello, el velocista de amarillo terminó yéndose de allí en lo que él se acercaba a Chuck para ver si estaba herido o, si por contra, estaba bien. Para su suerte parecía más esto último que lo primero y eso tranquilizó a Derrick en parte.

— No puedes ir.
— Debo hacerlo y me tienes que ayudar. Voy a mandarlo a Iron Heights. Voy a acabar con él.

Chuck finalmente tuvo que aceptar. Negarse a cualquier plan que hubiera propuesto sabía que era una locura y que, de todas formas, acabaría haciéndolo.

— Te ayudaré.

(•••)

Rick llegó a la hora que habían acorado vestido con su característico traje rojo. Estaba seguro de lo que iba a hacer aunque pudiera suponer su muerte y, mientras llegaba aquel hombre, por su cabeza se le pasaban todo tipo de persona: Ginger, su madre, Emma, Chuck, Caitlin... Alyssa y millones de momentos pasados con todos.

Esos pensamientos fueron interrumpidos con la llegada de Thawne, cambiando su rostro serio.

— A vida o muerte. Quién primero llegue al helipuerto de la torre gana. Tenga usted suerte, señor Hildegard.

Sin avisar ni nada, ambos velocistas se enzarzaron en la carrera. Una carrera dura y que de cuando en cuando tenían choques que provocaban algunos rayos por parte de ambos o rasguños en sus trajes. Unas veces, él iba por delante, otras iba Thawne queriendo quedarse con todo, incluso haciendo trampas. Tuvo que hacerse intangible en ocasiones para sortear edificios y algunos coches, pero por fin, a tan sólo unos kilómetros de la meta y cuando todo lo veía perdido, las imágenes que previamente había proyectado su mente en forma de recuerdos, se vinieron para darle fuerzas y vencer, quedando Thawne, por toda la fuerza empleada, casi de rodillas frente a él.

— Cuéntamelo todo. Cumple con tu palabra.

Con una sonrisa maquiavélica en su rostro alzó la mitada hasta el contrario, mirando a través de la máscara que cubría su cuerpo hasta quedarse de nuevo en pie.

— Yo maté a tu madre y no tuve más remedio que hacerlo, Flash. No podía dejar que otro velocista llegara a la ciudad, no podía dejar que se hiciera fuerte a mi costa, pero lamentablemente mi plan no pudo llegar a cumplirse y... Aquí estás tú.

La rabia que sentía en ese momento era difícil de asimilar y controlar, y no lo hizo. Acabó avalanzándose contra aquel tipo para empezar a darle fuertes puñetados en lo que seguía enrabiado. A través de su audífono sonaba la voz de Chuck diciéndole que parase, gritándole a cosas que hacía caso omiso hasta que únicamente las sirenas de los coches de policía le sacaron de su descontrol, colocándole uno de los dispositivos de su amigo que anulaban los poderes que pudiera tener.

— Vas a pudrirte en Iron Heights, no vas a salir de allí en tu vida.

Esas fueron las últimas palabras que pronunció hasta de cogerlo y dejarlo justo al lado de los coches de policía que habían allí. Esa fue la última vez que, con suerte, vería a Eobard Thawne. Esa fue la última conversación que cerraba el capítulo más turbio de la historia de su vida.


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